La vinculación como forma de vida.
- Rosy Villa

- 28 nov 2021
- 3 Min. de lectura
Cuando me creía fea, tonta, buena para nada, culpable, que poco era capaz de hacer y poco merecía, me la pasaba huyendo de mí, sintiendo vergüenza y culpa todo el tiempo, anestesiaba todo esto con conductas autodestructivas y relaciones tóxicas. Me caía muy mal, me odiaba, me juzgaba todo el tiempo y me la pasaba castigándome, me castigaba a tal grado que enfermé, me generé un cáncer.
Mi relaciones con todo eran terribles, literal con todo…. Con el dinero, con mi familia, con mi pareja, con mi cuerpo, no tenía amigos, ni quería, me daba miedo la gente, me daba miedo el mundo, me daba miedo hablar y ser vista. En el aspecto profesional me iba pésimo, y pues así, luchando y luchando, parecía que la lucha no terminaría, tenía una lucha conmigo misma que iba perdiendo. Fueron muchos años, pasaba de una etapa a otra, de repente parecía que la lucha menguaba solo para tomar fuerza y generar frustración y cada vez más dolor.
No lo sabía entonces, pero estaba completamente desvinculada, huía de mí, de mis pensamientos y de mi ser, al mismo tiempo huía de las personas, tenía conductas agresivas o me ponía de tapete en una conducta masoquista que me servía de mecanismo de defensa para “no ser herida nunca más”.
Un día conocí la vinculación, empecé a sanar mis heridas infantiles, (quiero decirte que para entonces llevaba años de terapias, diferentes enfoques y métodos, mi tío que era psiquiatra me había prescrito ansiolíticos y antidepresivos) empecé a reconocer dónde me había quedado atorada en mi infancia y cómo esas heridas habían generado las máscaras defensivas que tanto daño me hacían. Me di permiso de llorar, llorar y llorar desde el alma tanto dolor, le puse nombre a cada una de las heridas y les di un significado diferente, descubrí que así como me habían quitado, esas heridas ahora me podrían dar fuerza y mucho más.
Sanar mi propio vínculo y reconocer toda mi esencia me ayudó a confiar más en las personas, deje de estar a la defensiva o ponerme de tapete, porque sabía que ya no era necesario defenderme de nada, podía ubicarme en el presente, sin estar trayendo el pasado, pude sentirme segura frente al mundo porque entendí que no era el mundo el que me amenazaba, sino mi percepción de él basada en el pasado.
Fui reconociendo la defensa de los demás y gracias a ello deje de reaccionar ante ellas, al contrario, reconocerlas me ayudó a sentir empatía y compasión, donde antes había una reacción agresiva o de huida, ahora había encuentro y comprensión, lo cual hizo que mis relaciones cambiarán y fueran más amorosas y plenas. Al mismo tiempo pude tener la firmeza necesaria para poner límites donde lo necesitaba conmigo misma y con otros.
Entendí también desde donde actuaron mis papás conmigo y lo que me parecía desamor y rechazo, se convirtió en amor profundo a su manera, entendí que ellos también tenían heridas y que hicieron y dieron lo mejor que pudieron, así que decidí tomar lo que venía de ellos y descubrí que fue un tesoro precioso de amor, fuerza y recursos.
Dejé de juzgarme y juzgar a los demás, dejé de temerle a la vida y al mundo, descubrí toda la fuerza que había en mi, experimente mi propio amor y mi compasión, me sentí amada por mi y por el amor mas Grande al que yo le llamo Dios.
El Camino de la vinculación no acaba nunca, siempre estaremos bajo situaciones que nos lleven a conectar con nuestras heridas, pero la defensa cada vez será menor y será cada vez más sencillo volver a nuestro centro.
La vinculación postula un encuentro contigo mismo, sin juicios ni exigencia alguna, honesto y compasivo, donde te veas y veas tu sombra para sanar, tu luz para extenderla. Implica compromiso y responsabilidad, ya que desde la vinculación se acaban los culpables y se deja de ser víctima, se retoma el poder personal y lo que queda es un profundo sentido de autonomía y poder personal.
Además los vínculos con los otros son reflejos de nuestro ser, no hay malos, en todo caso simplemente seres que actúan desde sus heridas y su dolor.
Finalmente, esta manera de vernos nos lleva a experimentarnos profundamente sostenidos por un amor más grande, por la divinidad, por el universo, por la madre tierra o lo que para ti sea eso mas grande.
La vinculación genera reconciliación, encuentro, y comunicación, activa la fuerza interna y el poder personal.
¡Feliz vinculación!


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