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Relaciones rotas y relaciones vinculadas

  • Rosy Villa
  • 21 feb
  • 4 Min. de lectura


Aprendemos a despreciarnos, juzgarnos, vernos menos y con poco valor con relación a como nos trataron de chiquitos y como vimos a los otros relacionarse, mamá, papá, tíos, amigos… 


  • Si abusaron de mí de cualquier forma, si me abandonaron, golpearon, insultaron...

  • Si no cumplieron mis necesidades básicas de la forma y manera que sea, esto genera una autoimagen, un autovalor, un juicio acerca del amor que merezco darme a mí misma o a mí mismo.


Cuando emprendemos el camino de una vida vinculada: 


  • Lo primero que empieza a pasar es una reconciliación contigo mismo

  • Empiezas a tener una mirada compasiva hacia ti, el juicio que haces de ti mismo empieza a desvanecerse para entrar en contacto cada vez más con aspectos de tu propia esencia, la luz de tu alma. 

  • Sentimientos tan limitantes como la vergüenza o la culpa se van desvaneciendo porque te permites nombrarlos, abrazarlos, mirarlos y resignificarlos.

  • Esos aspectos de ti mismo que por mucho tiempo has mantenido ocultos, justo por vergüenza, culpa o miedo los empiezas a reconocer e integrar y lo que antes estaba en tu contra ahora lo pones a tu favor.

 

El  papá de Juan lo rechazó desde su nacimiento y durante toda su infancia fue lo mismo, cuando los conflictos con su hijo de 15 años fueron insostenibles conoció la vinculación, entonces pudo ver desde donde venía el legado de rechazos, un linaje de hombres rechazados cada uno por su padre, ver el rechazo de frente y entender al origen de la semilla de rechazo, género compasión y entendimiento, asintió a la vida de su padre,  empezó un trabajo profundo de auto aceptación, transitó el dolor,  la vergüenza, la culpa del rechazo hacia su propio padre y el rechazo de su padre hacia él,   todo ese trabajo desbloqueo el vínculo con sus hijo, el hijo dejó de usar drogas y hace unos años se casó. 

 

Claro este no es el final de la historia, este hombre sanó su vínculo con el mismo. Su relación de pareja también fue transformada, la exigencia, la desvalorización y el maltrato que ejercía hacia ella cambiaron por completo, ella fue impactada también por el trabajo y los movimientos de su esposo, ella hizo un proceso de vinculación también, cada miembro aprendió a expresar sus necesidades, a satisfacerlas de manera personal, los conflictos y las exigencias fueron disminuyendo, toda la familia fue transformada por el trabajo que realizaron.


  • Desde que nacemos y en nuestra infancia, tenemos necesidades básicas, somos dependientes en muchos sentidos de los adultos para sobrevivir, necesitamos que nos alimenten, que nos cambien, que nos carguen y que nos miren. 

  • A nivel emocional necesitamos cariño y cercanía física.

  • Cuando estas necesidades no son cumplidas cabalmente, se generan en nuestro inconsciente mecanismos para compensar la necesidad no satisfecha, lo cual nos lleva a generar las máscaras con las que vivimos. Por ejemplo nos volvemos agresivos y tomamos por la fuerza lo que no nos dieron, o sumisos y nos escondemos por que creemos que no merecemos. 

  • Construimos nuestras vidas desde ahí, desde esas necesidades y cuando alguien nos refleja esa carencia lo rechazamos, nos alejamos y nos defendemos. O nos mantenemos ahí para que nos reafirmen nuestras carencias.

  • Nos atoramos en el niño y desde ahí operamos como “adultos”, pero realmente somos adultos/niños, nos autogeneramos dolor y generamos dolor a los que nos rodean.

  • No importa que sea tu pareja o incluso tus propios hijos, generas con ello relaciones carentes, codependientes, toxicas, en suma: desvinculadas.

  • El vínculo personal sanado, nos lleva a sanar los demás vínculos, es un trabajo al unísono, al mismo tiempo empieza a ocurrir la sanidad, sanamos con los otros mientras sanamos con nosotros mismos y viceversa.

 

En el ámbito de la pareja la vinculación nos permite renovar el amor, genera relaciones interdependientes, no codependientes. 

Saludables, de intimidad profunda, sin control, sin manipulación, sin violencia, libres, respetuosas, comunicación profunda.

Cada uno experimenta y vive su poder personal, se complementan desde su ser completo y no desde las carencias de cada uno, y desde ahí hay sinergia, juntos crecen en todo su potencial

 

De manera personal puedo decir que la vinculación me ha llevado a lugares de mucho poder personal y no estaría aquí sin ella, a mí me gusta decir que mi familia está hecha de abrazos, los abrazos que la vinculación nos ofrece entre otras herramientas para sanar y ordenar la vida.

 

Me gustaría que reflexionaras en esto y te pudieras contestar:

¿En casa, los miembros de tu familia se miran a los ojos?

Se preguntan entre ustedes ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?, ¿Qué necesitas? 

¿Se abrazan al saludarse o despedirse? Incluso ¿Se abrazan nada más porque sí?

¿Hablan de sentimientos y emociones? ¿Te permites sentir lo que sientes? ¿Lo validas y conoces? ¿Comunicas emociones?

¿Está permitido sentir y expresar sentimientos?

 

En vinculando Corazones queremos acompañarte y ofrecerte métodos innovadores y profundos para sanar las relaciones, contribuir a la generación de relaciones reales, plenas e interdependientes. 


Trabajamos contigo de manera profunda para sanar todos tus vínculos y sobre todo sanar y fortalecer el vínculo más importante para el adulto, el vínculo contigo mismo y de ahí lograr una vida plena, abundante, amorosa, feliz…


Abrazos para ti.

 
 
 

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